Es común que cuando pensamos en monos araña (Ateles) nos imaginemos criaturas peludas balanceándose en la copa de los árboles, saltando de un lado a otro y tomando alimento de las ramas.
Sin embargo y a pesar de que esta especie solía pasar gran parte de su vida en las alturas, un cambio alarmante se ha registrado durante los últimos años: los monos araña están bajando para seguir sus vidas en tierra firme.
Contrario a lo que podría parecer, la falta de depredadores de la especie y el calor extremo han propiciado su traslado hacia el suelo. No sólo ya no corren peligro, sino que ven innecesario trepar los árboles que los rodean.
Dicho cambio es grave, debido a que el fenómeno ha incrementado en años recientes, cuando cambios evolutivos de esta magnitud tardan siglos.
“El cambio actual está sucediendo a una velocidad supersónica, de 7 millones de años al ritmo actual existe un abismo”, declara Salvador Moyá, investigador en el Institut Català de Paleontología Miquel Crusafont en Barcelona, España.
No obstante, explica, las nuevas prácticas de esta especie de primate también son provocadas a que, cada vez, los árboles están más espaciados, haciendo necesario bajar de las cima para poder trasladarse a un espécimen distinto. Por ejemplo, la pérdida de densidad forestal es una de las principales consecuencias de la tala desmedida en hábitats naturales.
“Hay dos posibilidades: que los monos araña se adapten a un modo de vida más terrestre o que simplemente se extingan. Lo más probable es que, al ser un cambio tan instantáneo, termine en un evento catastrófico”, advierte el experto.