Una especie de avispa es capaz de reconocer rostros entre sus semejantes, algo que la mayoría de insectos no pueden hacer, lo que indica una evolución en cómo han aprendido a trabajar juntas.
Un equipo dirigido por investigadores de la Universidad de Cornell utilizó la genómica de la población para estudiar la evolución de la cognición en la avispa de papel norteña, Polistes fuscatus. La investigación sugiere que la creciente inteligencia de las avispas proporcionó una ventaja evolutiva y arroja luz sobre cómo evoluciona la inteligencia en general, lo que tiene implicaciones para muchas otras especies, incluidos los humanos.
Muchos animales vertebrados pueden reconocer caras individuales, al menos en algunas circunstancias, pero entre los insectos, el reconocimiento facial es poco común.
Las pocas especies de insectos que pueden reconocer rostros comparten un rasgo: sociedades comunales con múltiples reinas. En los grupos comunales con una sola reina, como las colonias de abejas melíferas, los roles son claros y cada individuo conoce su lugar.
Pero las avispas pueden tener cinco o más reinas en un nido y el reconocimiento facial ayuda a estas reinas a negociar entre sí.