El pasado 30 de agosto, en un campo privado a las afueras de la ciudad de Tillamook, Oregon, Estados Unidos, un hombre de 66 años de nombre Mark David quiso aprovechar la temporada de caza para intentar matar a un bello uapití (también conocido como ciervo canadiense). Esta práctica es legal en dicho estado.
De acuerdo con medios locales, el cazador se levantó muy temprano para salir en busca del animal, en compañía del dueño de la finca en la que se estaba hospedando.
Tras horas sin conseguir un blanco, por fin apareció un ejemplar caminando tranquilamente. Casi de inmediato, Mark sacó su escopeta y comenzó a dispararle para conseguir su objetivo; sin embargo, el cazador no lo logró y el animal escapó.
Después de perderle la pista durante varias horas, Mark decidió continuar su búsqueda por la noche; pero no fue sino hasta la mañana siguiente cuando encontró al ciervo malherido y aprovechó para lanzarle una flecha. No obstante, el ciervo notó su presencia y corrió hacia el cazador, lanzándose sobre él y clavándole sus grandes astas en el cuello.
Al darse cuenta de la situación, la persona que acompañaba a Mark intentó quitar al uapití del cuerpo del hombre, pero tras muchos forcejeos, no pudo conseguirlo.
Un hecho curioso fue que, luego de herir de muerte al cazador, el uapití ni siquiera se molestó en atacar al acompañante, como si el ciervo únicamente hubiera querido “vengarse” del hombre que intentó hacerle daño.
A pesar de que el dueño de la finca hizo todo lo posible para salvarle la vida a Mark, sus esfuerzos fueron en vano, ya que la herida que el ciervo le causó fue tan profunda que se desangró en cuestión de minutos.
Desafortunadamente, las autoridades, al ver al ciervo canadiense en malas condiciones, decidieron sacrificarlo momentos después de confirmar la muerte del cazador. Su carne fue donada a la cárcel del condado de Tillamook.