Hace algunos días se hizo viral la noticia de una orca atrapada en una playa rocosa de la isla del Principe de Gales, en Alaska, Estados Unidos. Tras un oportuno reporte, marineros y personal de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) acudieron al lugar para ayudar al ejemplar a regresar al mar.
De acuerdo con medios locales, un barco cercano fue el que observó al animal varado. De hecho, fue gracias a esta misma embarcación que la NOAA pudo mantener a la orca hidratada, ya que les prestó una bomba de agua a los rescatistas, quienes también la utilizaron para ahuyentar a algunas aves que querían atacar al enorme especímen.
Durante un buen periodo de tiempo, la tripulación del barco se quedó a vigilar a la orca hasta el arribo de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, así como de la Policía de Vida Silvestre de Alaska. “En algunos momentos del encallamiento, la orca vocalizaba y se vieron otras orcas en los alrededores”, comentó Julie Fair, miembro de la organización.
Afortunadamente, después de los trabajos de rescate, la orca pudo llegar de nuevo al mar ese mismo día una vez que subió la marea por la tarde.
Por su parte, Bay Cetology, un grupo conservacionista canadiense, pudo determinar que el animal atrapado se trataba de un especímen juvenil de aproximadamente 13 años al que habían monitoreado e identificado como T146D.
Según datos de este mismo grupo, esta no es la primera vez que una orca queda atrapada en las rocas: “Nuestra investigación sobre este tema en concreto, publicada en el año pasado, muestra que todas las orcas vivas varadas a lo largo de la costa oeste de Norteamérica, en las últimas dos décadas han podido sobrevivir, a veces con un poco de ayuda”, señalaron.