Las moscas de fruta (Drosophila melanogaster) son animales sociales que, al ser puestas en aislamiento, comen más y duermen poco, un comportamiento que se asemeja a los desordenados horarios de sueño y el aumento de peso de algunas personas durante los confinamientos derivados de la pandemia por el Covid-19.
De acuerdo con el estudio publicado en la revista Nature por parte de la Universidad de Rockefeller, en Nueva York, únicamente bastó una semana de cuarentena dentro de un tubo de ensayo para que estos insectos mostraran los efectos del aislamiento.
Asimismo, la separación crónica del grupo provocó cambios tanto en la expresión génica como en la actividad neuronal de las moscas de fruta.
“Descubrimos que la soledad tiene consecuencias patológicas, relacionadas con cambios en un pequeño grupo de neuronas, y hemos empezado a entender qué hacen esas neuronas”, explicó Michael Young, uno de los principales autores de la investigación.
Para el estudio, el equipo de investigadores comparó el comportamiento de las moscas en diferentes situaciones de encierro durante siete días.
Las aisladas en grupo, aunque solo fuera de dos ejemplares, no presentaron actitudes anormales, pero cuando se dejaba a un ejemplar en completa soledad, ésta comenzaba a comer más y a dormir menos. Tras analizar este comportamiento, los científicos descubrieron que un pequeño grupo de células cerebrales conocido como neuronas P2 estaba directamente implicado en los cambios observados en la conducta del sueño y en la alimentación.
Y es que al “apagar” dichas neuronas en las moscas aisladas se suprimía la sobrealimentación y se restablecía el sueño; mientras que al potenciarlas durante un solo día, los insectos comían y dormían como si hubieran estado solos durante una semana.
Finalmente, el estudio concluyó que la combinación entre la actividad de las neuronas P2 y el aislamiento social hacía que las moscas de fruta empezarán a perder el sueño y a comer en exceso.