A pesar de su inmensidad, la Antártida, cubierta de hielo y nieve al 99%, no es propicia para la fauna terrestre. A excepción del hombre, considerado una especie no nativa, el animal terrestre más grande es un mosquito de seis milímetros, el Belgica Antarctica. Sin embargo, la vida marina es muy variada y ofrece la diversidad más rica después de los arrecifes de coral.
El pingüino es, sin duda, el animal más emblemático del continente. Cuatro especies viven allí durante todo el año: el pingüino de Adelia, el emperador, los pingüinos barbijo y los papúa.
Estos últimos son veloces bajo el agua. Su velocidad puede superar los 35 kilómetros por hora, casi cuatro veces más que la del nadador estadounidense Michael Phelps, el más rápido del mundo (9,6 kilómetros por hora).
A pesar de los esfuerzos realizados, las especies invasoras son introducidas por el hombre y pueden competir con las especies locales. El británico Peter Convey, especialista en ecología terrestre de la Antártida, identificó un centenar de ellas en los últimos dos siglos. "El 99% de las especies invasoras vienen con los humanos", científicos y turistas, afirma.
En la mayoría de los casos se trata de plantas, pero también pueden ser microorganismos o insectos. Las actividades humanas "tendrán, en realidad, un impacto mucho mayor en los ecosistemas antárticos que el propio cambio climático", concluyen Convey y su colega del British Antarctic Survey, Lloyd Peck, en un estudio publicado esta semana en la revista Science Advances.