Los primeros animales en reproducirse de manera sexual transformaron la evolución en la Tierra. Este proceso, que combinó material hereditario de dos individuos, incrementó la diversidad genética, lo cual a su vez permitió a las especies adaptarse mejor a su entorno.
Como resultado, dicho avance representó la clave para la complejidad biológica que conocemos hoy. Sorprendentemente, los descendientes de los primeros ejemplares que lo lograron aún nadan en las aguas de nuestro planeta.
Si bien desde hace cientos de millones de años, los animales han practicado la reproducción sexual, la comunidad científica aún busca pruebas directas de las primeras especies en hacerlo. La información recopilada hasta ahora indica que pudieron surgir hace unos 800 millones de años, vivieron en los océanos y físicamente se parecían a las esponjas marinas.
“Las esponjas marinas se reproducen sexualmente cuando las células gametocitos especializadas producen espermatozoides y óvulos. Luego, éstas experimentan un desove sincrónico y expulsan espermatozoides y óvulos al agua. Si los gametos (células sexuales) de la misma especie se encuentran, formarán una esponja larvaria”, precisa David John Uiagalelei, de la Universidad de Hawái.
Sin embargo, es importante aclarar que, aunque las esponjas de mar antiguas fueran, probablemente, de los primeros especímenes en reproducirse de manera sexual, dicha forma de reproducción existió mucho antes de que los animales siquiera aparecieran.
En palabras de John Logsdon, profesor de biología en la Universidad de Iowa, “los primeros animales ya tenían relaciones sexuales antes de ser animales”.