Cuando las arañas tienen relaciones sexuales, las hembras toman el papel dominante. Y es que más allá de cualquier rol jerárquico, está dinámica nace de una práctica conocida como “canibalismo sexual”, la cual compromete la seguridad de los ejemplares machos hasta las últimas consecuencias.
Dicho término consiste en lo siguiente: una vez terminado el acto, las arañas hembras devoran a sus contrapartes, esto para tener más opciones de apareamiento con otros machos o para satisfacer su hambre voraz.
Esta situación se ejemplifica de manera perfecta con la especie Philoponella prominens, caracterizada por ser tejedora.
Un equipo de biólogos de la Universidad de Hubei, en China, documentó que, justo al terminar la relación sexual, los ejemplares machos salen disaparados hacia un espacio seguro, toda vez que su vida corre gran peligro.
Al respecto, Shichang Zhang, ecologista conductual de la institución asiática, explica lo siguiente sobre este fenómeno: “Cuando observé por primera vez este comportamiento catapultador, supe que había encontrado algo especial, basado en mis 13 años de estudio de los comportamientos sexuales de las arañas”.
El trabajo de Zhang y sus colegas reveló que, como generalmente las Philoponella prominens viven en comunidades con más de 200 ejemplares, las hembras no tienen culpa de cenarse a sus parejas una vez finalizado el encuentro sexual. Por este motivo, inmediatamente después de terminar, los machos alargan sus patas delanteras y se “catapultan” hasta quedar fuera del alcance de sus hambrientas amantes.
Incluso, el movimiento es tan rápido que, en un entorno controlado de laboratorio, a los científicos les costó muchas horas registrar el proceso.
Por fortuna, las largas jornadas de trabajo trajeron consigo interesantes resultados, ya que los autores pudieron saber que el porcentaje de éxito es elevado: pues de 155 arañas analizadas, 152 lograron salvar su vida, lo que se traduce en el 98% de la población.