Un reciente estudio elaborado por la Universidad Queen Mary de Londres, Inglaterra, reveló que sólo el 13% de las emisiones mundiales de gas metano, 80 veces más dañino que el dióxido de carbono, están reguladas.
“La necesidad de crear estrategias de mitigación del metano es cada día más evidente, pues las emisiones están aumentando sin control desde la década de 1980”, advirtió Paul Balcombe, uno de los autores de la investigación.
Bajo ese contexto, el especialista, junto al resto de sus colegas, hicieron un llamado a los responsables para que tomen en serio este grave problema y regulen los niveles de gas metano.
Para llegar a esta alarmante conclusión, los científicos examinaron 281 medidas entre los sectores de mayor producción de metano, como la energía, los residuos y la agricultura. De esta manera, descubrieron que el número de políticas sobre dicha sustancia cambia mucho de una región a otra, y que aquellas vigentes no son lo bastante estrictas, sobretodo porque se basan en datos inexactos.
“Si queremos aprovechar las importantes oportunidades de reducción de las emisiones de metano, debemos adoptar un enfoque coherente que permita identificar, cuantificar y verificar con precisión sus fuentes, así como una mayor cobertura y rigor de las políticas”, finalizó Balcombe.
Según la Evaluación Mundial del Metano, mitigar las emisiones de metano de origen humano es una de las formas más “baratas” de frenar el cambio climático y mejorar la calidad del aire; no obstante, hacerlo exige un esfuerzo global, acompañado de medidas rápidas a nivel nacional y regional.