A medida que el calentamiento global avanza y los glaciares se derriten, la circulación marina del Océano Atlántico se ha debilitado y su funcionamiento natural se ha visto alterado. Bajo ese contexto, científicos han advertido, a través de numerosas investigaciones, que la desestabilización en las corrientes podría desencadernar consecuencias climáticas extremas.
La circulación meridional del Atlántico (AMOC, por sus siglas en inglés) es una corriente vital en nuestro planeta, que transporta agua cálida y salada al norte, y aguas más frías hacia el sur. Este sistema de corrientes oceánicas resulta esencial para equilibrar las temperaturas mundiales, pues distribuye el calor y afecta los patrones térmicos regionales, así como las precipitaciones.
Sin embargo, un nuevo estudio acaba de revelar que la corriente oceánica del Atlántico se ha debilitado durante las últimas dos décadas, en un periodo de 2000 a 2020. De continuar así, las temperaturas en el norte sufrirían un ligero descenso, mientras que las regiones del hemisferio sur experimentarían el aumento de unos pocos grados.
¿Cuál sería el peor escenario para la Tierra? Basándose en modelos climáticos avanzados, los autores simularon los flujos de agua dulce hasta el punto de inflexión de la AMOC, dando resultados preocupantes: desde un descenso significativo de las temperaturas en Norteamérica, Asia y Europa, hasta efectos graves y generalizados en el clima mundial.