El aumento de las emisiones globales de hidrógeno en las últimas tres décadas ha contribuido de manera significativa al agravamiento del cambio climático y ha amplificado el impacto del metano, uno de los gases de efecto invernadero más potentes, reveló una nueva investigación publicada en la revista Nature.
Realizado por el consorcio internacional de científicos Global Carbon Project, el presente estudio ofrece el primer recuento exhaustivo de las fuentes emisoras de hidrógeno, hasta ahora ignoradas.
“El hidrógeno es la molécula más pequeña del mundo y se escapa fácilmente de las tuberías, las instalaciones de producción y los lugares de almacenamiento”, explica Rob Jackson, de la Universidad de Stanford (Estados Unidos).
“A diferencia de otros gases de efecto invernadero, el hidrógeno en sí mismo no retiene el calor en la atmósfera. El problema radica en que a través de sus interacciones calienta indirectamente la atmósfera aproximadamente 11 veces más rápido que el dióxido de carbono durante los primeros 100 años tras su liberación, y alrededor de 37 veces más rápido durante los primeros 20 años”, apunta.

Entre las principales fuentes de emisión de hidrógeno destaca la descomposición de compuestos químicos como el metano, que se ha ido acumulando rápidamente en la atmósfera debido al aumento de las emisiones de los combustibles fósiles, la agricultura o los vertederos.
“Se trata de un círculo vicioso: el metano se descompone en hidrógeno en la atmósfera, y más metano significa más hidrógeno. A su vez, más hidrógeno implica que las emisiones de metano permanecen más tiempo, causando más daño”, sentencia el autor.