Los perros son animales de una sensibilidad incuestionable, misma que se ha puesto a prueba durante nuestra larga historia de relación y, sobretodo, por la experiencia cotidiana.
Sin embargo, de un tiempo para acá, la comunidad científica está buscando aterrizar dichas posturas en algo comprobable y con argumentos mucho más sólidos que los de una simple anécdota. Precisamente, ese es el caso de una última investigación, donde un grupo de expertos descubrió qué tanto afecta el estrés ajeno a nuestras mascotas.
En un artículo para la revista The Conversation, los autores explicaron que su estudio comenzó cuando notaron que nadie había investigado el efecto del estrés del dueño sobre sus caninos en un entorno controlado. A partir de ello, buscaron a 28 propietarios con sus respectivos animales de compañía para realizar un experimento llevando monitores de frecuencia, con el objetivo de medir los niveles de estrés.
Durante el ensayo, los humanos fueron expuestos a detonantes de estrés, a fin de averiguar cómo se reflejaba esto en los perros. Tras pasar unos cuantos minutos en ese estado, los dueños pasaron por otra prueba, donde el propósito era aliviar la inquietud a la cual habían estado sujetos.
Según Kenny Pickett, líder del equipo, los resultados arrojaron que los cambios en la frecuencia cardiaca del propietario desde antes del experimento hasta el transcurso del mismo podían predecir los cambios en la frecuencia cardiaca de su compañero peludo.
“Si la frecuencia cardiaca del propietario aumentaba o disminuía durante el experimento, era probable que la frecuencia cardiaca de su perro también aumentara o disminuyera en paralelo”, apuntó.
“Los perros son animales que pasan fácilmente por lo que denominamos `contagio emocional´, un fenómeno en el que las personas y otros animales pueden absorber o imitar tanto las emociones como el comportamiento de quienes los rodean, ya sea de manera consciente o inconsciente”, detalló.