El ataque llega sin previo aviso, de la nada. Después de una sesión de caricias y apapachos, los gatos domésticos parecen perder el control: muerden, arañan y rasguñan sin contemplación.
Aunque a primera vista parezca una reacción que no viene al caso, y tal vez injusta, se trata de una respuesta hasta cierto punto natural por parte de estos mininos hogareños. Los veterinarios lo llaman “instinto de agresión y así es como funciona.
Durante su evolución, los gatos domésticos han conservado la autonomía de los felinos salvajes. Y es que después de aproximadamente 11 mil años de cercanía con nuestra especie, ellos no han dejado del todo su lado agresivo. De hecho, por esta razón es más probable que un gato cace pájaros, lagartijas y mariposas que un perro.
Según los expertos, este tipo de conductas se manifiestan, sobre todo, en ejemplares jóvenes. Sin embargo, aunque parezca lo contrario, los gatos no sienten hostilidad hacia los miembros de sus familias; pues morder, arañar y rasguñar son acciones defensivas producto del “instinto de agresión”.
“Los gatos domésticos pueden ser agresivos por miedo o alegría, aunque ambos comportamientos pueden parecer idénticos. Sí, es muy poco probable que uno de estos ataques sea fatal para nosotros los seres humanos, pero eso no significa que no puedan generar dolor y hasta infecciones molestas”, explica Amy Shojai, especialista en comportamiento de mascotas.
¿Cómo puedo acabar con la agresividad de mi gato?
El comportamiento de los felinos domésticos suele ser errático; especialmente cuando conviven con otros miembros de su misma especie u otros animales. Pero el “instinto de agresión” aparece cuando se juntan varias características en el ambiente.
Para controlarlo, lo más recomendable es aprender a leer el lenguaje de tu gato y tomar en cuenta los siguientes consejos:
-Respeta su espacio
-Identifica los tiempos perfectos para jugar con ellos
-Establece horarios regulares para comer
-Esterilízalo al cumplir los 6 meses de edad