El descubrimiento podría ayudar a explicar cómo se formaron los primeros agujeros negros supermasivos del universo.
Agujeros negros más cerca de la Tierra de lo que pensábamos
El estudio, publicado recientemente por la Royal Astronomy Society, propone que el cúmulo estelar de las Híades, podría contener 2 o 3 agujeros negros en su interior.
Descubren agujero negro que crea estrellas, en lugar de devorarlas
Este gigante invisible, que pesa hasta 20 millones de soles, atraviesa el espacio intergaláctico tan rápido que si estuviera en nuestro sistema solar, podría viajar de la Tierra a la Luna en 14 minutos, explicó la NASA.
Los agujeros negros podrían ser la fuente de la energía oscura
Los científicos sostienen que los cálculos de la energía del vacío de los agujeros negros producida durante la muerte de las primeras estrellas del Universo hace nueve mil millones de años coinciden con la cantidad de energía oscura existente.
Se descubre el agujero negro más cercano a la Tierra y es enorme
Los agujeros negros se consideran exóticos porque, aunque las estrellas y otros objetos cercanos sienten claramente su fuerza gravitacional, ninguna luz puede escapar de un agujero negro, por lo que no se pueden ver de la misma manera que las estrellas visibles.
«Ni siquiera la luz se escapa»: así funciona realmente un agujero negro
Los agujeros negros se forman cuando una estrella consume todo su combustible. Es decir, cuando se acerca el final de su vida, se expanden hasta convertirse en gigantes rojas.
Choque entre agujeros negros haría “temblar” al Universo en 2025
Los expertos han señalado que las variaciones de luz que se han observado en esta galaxia se corresponden a los momentos previos de una colisión entre agujeros negros de gran magnitud. Según sus estimaciones.
“Blanets”, los planetas alrededor de los agujeros negros
Los agujeros negros sólo tienen unos pocos kilómetros de radio, pero pueden tener una masa de entre 10 y 100 veces la del Sol.
Descubren el "eslabón perdido" en la evolución de los agujeros negros
Dacheng Lin, de la Universidad de New Hampshire (E.U.) y autor principal del estudio, detectó junto con sus colegas una potente llamarada de rayos X, en 2006, pero no pudieron localizar la fuente para confirmar exactamente qué había ocurrido.