A diferencia de sus parientes de gran tamaño como los tigres o panteras, los gatos domésticos suelen evitar el agua a toda costa. Y es que en internet podemos encontrar muchos videos de cuánto los mininos pueden disfrutar manotear un chorro de agua o gotas cayendo, pero nuna sumergidos en una tina.
Para explicar el por qué los gatos odian el agua, instructores clínicos de la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad de Wisconsin, Estados Unidos, decidieron elaborar varias hipótesis y una de ellas se encuentra vinculada a su evolución.
En ese sentido, los expertos sugieren que la especie evolucionó en climas secos, donde el líquido vital no era abundante. Dicho entorno hizo innecesario que los felinos desarrollaran afinidad o tolerancia por el agua.
También, la misma teoría considera que el efecto que el agua tiene sobre su pelaje contribuye a la repulsión. Cuando se mojan, estos animales sienten su piel pesada e incómoda, lo que les impide moverse con la agilidad que les caracteriza. Por si fuera poco, comúnmente el proceso de secado resulta lento y desagradable para ellos.
Finalmente, los autores también mencionan que el uso del agua como castigo en algunos hogares refuerza su aversión, ya que pueden asociar el líquido con experiencias negativas, como recibir un rociado para corregir cierto comportamiento. El vínculo anterior crea una reacción de rechazo, consolidando su odio por el agua.