Los perros domésticos (Canis familiaris) son los carnívoros que más se han extendido por el mundo, con una población estimada de mil millones de ejemplares presentes en casi todas las áreas donde se encuentran los humanos.
A través del simple acto de compartir un espacio físico, las personas interactúan directamente con estos animales en muchos contextos y deben utilizar diferentes acciones para comunicarse de manera efectiva.
En ese sentido, las señales visuales se pueden usar como alternativas comunicativas, tanto en las relaciones entre seres humanos como entre perros. En el caso de éstos últimos, los atributos de la cola, sobretodo la posición y el movimiento, proporcionan gestos informativos fácilmente observables, que nosotros empleamos para deducir su estado interno.
El movimiento de la cola, definido como la acción repetitiva de la cola, puede ser uno de los comportamientos animales más llamativos que podemos observar. Sin embargo, detrás del mismo aún surgen preguntas que inquietan a la comunidad científica.
Un último estudio relacionado a este tema, realizado por el Instituto Max Planck, en los Países Bajos, logró identificar por qué los perros parecen menear más sus colas que otros caninos, o incluso cuánto de ese movimiento está bajo su control.
Mediante un artículo publicado en la revista Biology Letters, los autores afirmaron que un perro moviendo la cola va más allá de estar feliz, pues en realidad es bastante complicado.
Con base en estudios previos, el equipo de investigadores estableció que este comportamiento se usa, predominantemente, para comunicarse en lugar de para la locomoción, como una ballena, o para ahuyentar insectos, como los caballos.
De acuerdo con la especialista Silvia Leonetti, menear también significa cosas diferentes dependiendo cómo se mueve la cola, su altura o su movimiento de lado a lado. Por ejemplo, cuando la cola se mueve más hacia la derecha, normalmente significa que el can está interesado en un estímulo o quiere acercarse algo; pero cuando se mueve más hacia la izquierda, indica incertidumbre e incluso un deseo de retirarse.
No obstante, ante un comportamiento tan misterioso, abundan las preguntas, entre ellas la de cuánto movimiento de cola está bajo el control consciente del ejemplar. Una posible respuesta a lo anterior es la hipótesis del llamado movimiento rítmico domesticado: los científicos saben que el cerebro de los humanos responde positivamente al ritmo, y debido a que mover la cola es un comportamiento rítmico, podría ser que los humanos, conscientes o no, prefieren a los perros que se menean más.