Las pulgas son ectoparásitos que suelen alimentarse de la sangre de animales domésticos y seres humanos. Pueden ingresar de diferentes maneras a los hogares: desde el pelaje de un perro o gato hasta por la ropa de uno de sus habitantes, para después instalarse en cualquier rincón oscuro y cálido.
Un solo ejemplar adulto es capaz de poner hasta 50 huevecillos diarios, los cuales se transformarán en larvas y, en menos de ocho semanas, habrá nuevas pulgas listas para alimentarse.
A diferencia de los perros, los gatos, al tener mayor acceso al entorno con libertad, están expuestos de manera continua a las pulgas cuando exploran y cazan.
Sin embargo, como los mininos no resultan alérgicos a la saliva de las pulgas, la gran parte de los dueños ignora que estas mascotas se encuentran infestadas por dichos insectos, pues además no muestran signos incipientes de picazón.
De esta manera se transforman en verdaderos “bancos de pulgas”, que extienden el problema a su entorno y los animales que los rodean.
Afortunadamente, la erradicación de estos ectoparásitos no es algo del otro mundo, ya que puede realizarse usando pipetas en forma rutinaria e ininterrumpida cada 30 días, sobretodo durante verano e invierno.
Eso sí, lo más recomendable siempre será visitar a un veterinario y aplicar métodos 100% profesionales.