La creciente presencia de ciclones cerca de las costas europeas, un fenómeno vinculado directamente con la crisis climática, está incrementando la posibilidad de que alguna tormenta tropical o huracán afecte ciertos territorios, entre ellos Canarias, la Península Ibérica y las islas británicas.
En palabras del experto español Francisco Martín, de la Agencia Estatal de Meteorología, este año el calentamiento de los océanos y el regreso del fenómeno “La Niña” al Pacífico incidirán, de manera determinante, la frecuencia e intensidad de los próximos ciclones atlánticos.
Y es que el incremento de la temperatura del mar en la zona tropical y del Atlántico, con valores entre 3 e incluso 4 grados por encima de la media, convierte esas aguas en “combustible” para la formación de dichos desastres.
La temporada ciclónica en el Océano Atlántico estará vigente hasta el próximo 30 de noviembre. El primer fenómeno de este tipo fue bautizado como Beryl, de categoría 5 sobre la escala Saffir-Simpson, el cual, según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), sentó un precedente alarmante para lo que se espera sea un periodo muy activo y riesgoso.
“Si bien Beryl no implica otros ciclones similares el resto de la temporada, sí que existen todos los ingredientes para que sea muy activa: este año, las temperaturas del agua son extremadamente cálidas; el contenido de calor de las profundidades oceánicas es muy alto; y `La Niña´, en el Pacífico ecuatorial, está haciendo que en el Atlántico sea baja la cizalladura del viento (cambio en la dirección y/o intensidad del viento en un plano y en una distancia corta”, precisó Martín.
Por si fuera poco, la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA), advirtió que hay un 85% de posibilidades de que la temporada ciclónica resulte superior a lo normal, con entre 17 y 25 tormentas con nombre y de 8 a 13 huracanes, de ellos entre 5 y 7 de categoría mayor.
De concretarse, la temporada ciclónica 2024 en el Atlántico se convertiría en una de las peores en las últimas décadas.