Para los antiguos mayas, estas pequeñas aves eran las encargadas de llevar el alma de los guerreros fallecidos en batalla al reino del otro mundo.
Cuenta una antigua leyenda que cuando un ser querido fallece aparecen los colibríes, y son como un mensajero que nos trae los deseos y pensamientos de ese ser que se marchó.
En la naturaleza, esta especie es una de las más simpáticas y carismáticas, y en México a la gente le encanta tenerlos cerca, explicó María del Coro Arizmendi Arriaga, profesora e investigadora de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala, en entrevista para UNAM Global.
“Se trata de aves sumamente chiquitas, con una enorme cabeza, unas patitas diminutas y unas alas enormes, esto es porque son los mejores voladores de la naturaleza, ya que aproximadamente realizan 200 batidos por segundo”.
Son exclusivas de América. Existen 330 especies, 58 pertenecen a México, de las cuales 17 se reproducen durante el verano en Estados Unidos y Canadá y posteriormente emigran a este país para pasar el invierno. “Tenemos una diversidad considerable”.
El 98 por ciento de su dieta es el néctar que proviene de las flores. De acuerdo con María del Coro, éstas producen esa miel como una recompensa para los colibríes para que las visiten y así muevan el polen que es la célula masculina de la planta y la transporten hacia otra planta en donde está la parte femenina. De esta forma las flores llevan a cabo la reproducción sexual.
De hecho, los colibríes son los responsables de polinizar un gran número de especies en la naturaleza, le ayudan a reproducir sus frutos y sus semillas, que serán la nueva planta.
Aunque son tan pequeños, difícilmente se asustan con la gente. Es así que dentro de la ciudad, está de moda colocar bebederos para ellos en todas partes.
EL PRIMER JARDÍN
En el 2014, María del Coro decidió crear un jardín dedicado a los colibríes ubicado en la FES Iztacala. Así, sembró algunas de sus flores preferidas y desde entonces han llegado muchos ejemplares al sitio.
A partir de ese momento, otras instituciones y escuelas le solicitaron que hiciera jardines. El primero fue en Iztapalapa donde no había nada de vegetación y hoy es un sitio muy querido.
Arizmendi Arriaga detalló que trabaja en otro jardines. En Ciudad Universitaria tienen programados varios, desde el Instituto de Ciencias del Mar y Limnología hasta otras dependencias de posgrado.
También se han creado en jardines de niños, asilos (que resultaron idóneos porque hacen felices a los adultos mayores y es un sitio muy tranquilo), e incluso en la Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES) Morelia y la Universidad Michoacana. “Es un proyecto que cuesta muy poquito dinero y entusiasma a muchas personas”.
ESTACIÓN DE MONITOREO
La UNAM tiene una estación de monitoreo de colibríes, que es única en México. Se trata de un proyecto en conjunto con Estados Unidos y Canadá con el objetivo de monitorear el estado de las poblaciones.
Arizmendi Arriaga líder del proyecto comentó que participan sus alumnos de licenciatura, maestría y doctorado, y se lleva a cabo en la reserva del pedregal de San Ángel en la cantera oriente de la UNAM.
Es un terreno que durante años fue utilizado para extraer piedra y en 1997 se donó a la UNAM. El sitio era un hoyo enorme con un lago que surgió al extraer el material. Desde entonces la universidad sembró diversas plantas y árboles. “Hoy, es un lugar increíble”.
El equipo de Coro Arizmendi captura a los ejemplares que visitan el sitio con la ayuda de una red exclusiva para aves pequeñas, después les colocan un anillo diseñado para su especie.
El objetivo es identificar la población, los movimientos que tienen, si regresan a la zona, fichar el número de hembras y machos, su edad, e incluso cuando se reproducen.
La ENES Morelia también participa con un análisis del polen que les retiran del pecho y su “carita” para averiguar cuales son las flores de su preferencia. Al final los sueltan.
“Este proyecto es muy bonito y puede servir para realizar difusión”, concluyó la académica universitaria.
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