Las emisiones de dióxido de azufre (SO2), un contaminante del aire, repuntaron en México en el 2019, luego de disminuir durante tres años consecutivos, apunta un reporte de Greenpeace India y el Centro de Investigaciones en Energía y Aire Limpio (CREA, por sus siglas en inglés).
A diferencia de otros países, México no sigue la tendencia de reducir sus emisiones de SO2, por lo que el año pasado aumentaron 4 por ciento con respecto al 2018, señala la investigación.
En contraste, estas emisiones se redujeron 6 por ciento a nivel mundial.
México ahora es el quinto emisor más grande de SO2 derivado de actividades humanas en todo el mundo, por detrás de India, China, Rusia y Arabia Saudita.
Pablo Ramírez, especialista en Energía y Cambio Climático de Greenpeace México, comentó que el País pasó de ocupar una cuarta posición en el 2018 a una quinta en el análisis del año pasado.
"Eso no significa que estemos mejor, sino que otro países lo hicieron peor. De hecho, el incremento observado se debió, entre otras cosas, a la regulación laxa y a la política energética del actual gobierno", detalló.
El SO2 es un gas incoloro e irritante que contamina el aire, cuya inhalación afecta al sistema respiratorio de los seres humanos, indica el Centro de Monitoreo de Calidad del Aire del Estado de Querétaro (CeMCAQ).
En las personas, este contaminante causa irritación e inflación aguda o crónica en mucosas respiratorias. También es capaz de agravar enfermedades cardiovasculares y respiratorias.
En México, la combustión de petróleo y gas es responsable del 90 por ciento de las emisiones derivadas de actividades humanas o antropogénicas.
Según el informe, los campos petroleros del País están entre los emisores más grandes de SO2 antropogénico del planeta.
Cantarell, un conjunto de campos ubicados en Campeche, y Reforma, en Chiapas, emiten cerca de la mitad del SO2 antropogénico de México.
El primero emitió 482 kilotoneladas de SO2 durante 2019, mientras que el segundo 415 kilotoneladas.
Otras fuentes importantes de emisión son las plantas termoeléctricas de Tula, en Hidalgo, y de Tuxpan, en Veracruz, según la investigación.
"(El Gobierno) apuesta por aumentar la capacidad del sistema nacional de refinación y a generar generar electricidad a partir de combustibles fósiles altamente contaminantes, como el carbón y el combustóleo", explicó Ramírez.
Las emisiones de SO2 impactan de manera negativa en la calidad del aire de centros urbanos, como Monterrey, en Nuevo León; Pachuca, en el Estado de México; y la Ciudad de México, añadió.
Lauri Myllyvirta, analista del CREA, exhortó a regular de forma más estricta las emisiones de SO2 y a transitar hacia fuentes limpias de energía para evitar afectaciones a la salud de las personas. "Estas emisiones, rastreadas por satélites (de la NASA), están afectando la salud de millones de personas, muchas de las cuales han tenido sus vidas truncadas o su salud comprometida", alertó en un comunicado.