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Publicado en ECO

Agoniza el bosque más grande del mundo

Domingo, 04 Octubre 2020 21:53 Escrito por 

Una de las escasas consecuencias positivas del calentamiento global era, decían los científicos, que haría que los bosques colonizaran las partes más frías del planeta. Sin embargo, un estudio muestra ahora cómo la contaminación está opacando la atmósfera de las regiones árticas, impidiendo el paso de la luz solar y frenando la fotosíntesis. La consecuencia es que miles de kilómetros cuadrados de bosque boreal ya han muerto y el oscurecimiento del cielo impide que crezcan los retoños.

La taiga es una vasta superficie arbórea, fundamentalmente compuesta de coníferas, que bordea el círculo polar ártico. El nombre, de origen ruso, se refería en principio a los bosques boreales de Siberia, que superan a la selva amazónica en extensión. Pero taiga también son los árboles de los países nórdicos, el norte de Canadá y Alaska. Las condiciones en ella son tan duras que sobreviven aletargados casi todo el año, creciendo solamente durante el verano. Con el aumento de las temperaturas debido al cambio climático, se esperaba que el ensanchamiento de esta franja temporal acelerara el desarrollo forestal y su expansión hacia nuevas tierras. Pero la taiga está retrocediendo desde los años setenta, ¿por qué?

Los científicos señalan a la contaminación generada por los humanos, tanto in situ, como venida de mucho más lejos. Lo han comprobado al analizar el grosor de los anillos y la densidad de la madera de centenares de árboles muertos y unas decenas de vivos, todos ellos alerces o piceas siberianas que crecían en un radio de 150 kilómetros alrededor de Norilsk. Situada en el centro de Siberia, esta ciudad es famosa por ser la urbe con más de 100 000 habitantes más al norte del planeta. Es también uno de los mayores complejos mineros del mundo, donde se extraen metales como níquel, cobre, platino y la mayor parte del paladio que se usa en el mundo. Su extracción y procesamiento emitió 1,8 millones de toneladas de contaminantes sólo en 2018, en un 98% con forma de dióxido de azufre.

Los resultados de este trabajo local, pero con implicaciones globales, muestran elevadas concentraciones de estos metales y de azufre en la madera de los árboles muertos. También los suelos aparecen contaminados, lo que complica el brote de nuevos. Según varias publicaciones en la revista científica Ecology Letters, la mortandad es mayor cuanto más cerca de las minas, hasta llegar al 100%.

Pero las emisiones tienen un efecto aún más profundo y de mayor alcance: están oscureciendo la atmósfera. La mayor presencia de aerosoles genera una neblina que atrapa o refleja buena parte de la radiación solar. Además, las partículas de dióxido de azufre funcionan como núcleos de condensación, generando más y más nubes. El resultado es el cortocircuito de la fotosíntesis.

“En el artículo mostramos que la disociación entre el crecimiento de los árboles y el aumento de la temperatura se debe, al menos en parte, a la contaminación atmosférica”, cuenta en un correo el ecólogo de la Universidad Federal de Siberia y coautor del estudio, Alexander Kirdyanov. “Norilsk sólo es una pequeña parte del problema. En realidad, el Ártico se ha convertido en una especie de depósito de los contaminantes y aerosoles emitidos no sólo por instalaciones de la región ártica, sino también procedentes de latitudes más bajas de América del Norte, Europa y Asia”, añade. Una vez allí, los patrones de vientos árticos, casi circulares, reparten los contaminantes.

La altísima mortalidad observada en los alrededores de Norilsk es un fenómeno local, recuerda Kirdyanov: “Sin embargo, si preguntas por la incapacidad de los árboles para seguir el aumento de la temperatura en curso, se ha observado este fenómeno en muchas regiones a lo largo de la zona boreal”, concluye.

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