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Saboreamos con nuestra nariz 

La verdad es que también "saboreamos" con la nariz, los ojos e incluso los oídos.

Estos aromas son detectados por receptores en la parte posterior de la nariz que transmiten señales al bulbo olfatorio donde son ordenadas y clasificadas. Luego, la información es enviada al cerebro, el cual nos transmite la calidad e intensidad de los aromas (u olores) que nos rodean y de los alimentos que consumimos.

Cuando decimos que no saboreamos la comida, realmente queremos decir que no podemos olerla.

No todos podemos oler 

Alrededor del 5% de la población mundial es anósmica; es decir, que no puede oler.

Este fenómeno puede resultar devastador. Imagínate que tu comida simplemente no sabe a nada, aparte de tal vez un poco dulce o un poco salada, que no logras disfrutar de tus alimentos favoritos y que comer fuera ya no es divertido.

No necesitas un bulbo olfatorio para oler 

Algunas personas nacen sin un bulbo olfatorio, el órgano que anteriormente se creía primordial para la percepción de olores.

Mientras tomaban imágenes cerebrales, un grupo de investigadores se dio cuenta de que uno de sus sujetos no tenía un bulbo olfativo aparente y, sin embargo, obtuvo puntajes normales en pruebas de olor estandarizadas.

El equipo descubrió que el 0,6% de las mujeres pueden oler perfectamente sin poseer un bulbo olfatorio. Esta cifra se eleva al 4,3% en mujeres zurdas.

Las infecciones virales pueden renovar tu sentido del olfato 

El resfriado común es un conocido ladrón de nuestro sentido del olfato, aunque normalmente lo "roban" de forma temporal.

Sin embargo, para algunas personas el sentido del olfato no regresa después de una infección viral como un resfriado común, ni luego de una sinusitis o una inflamación del tracto respiratorio superior.

En algunos casos, la recuperación puede llevar varios años y ni siquiera está garantizada.