El cuerpo humano actúa de formas misteriosas, y la piel de gallina puede ser una de nuestras funciones corporales más extrañas.
Dicho esto, la piel de gallina es la reacción casi universal del cuerpo humano ante el frío; pero por alguna razón, esas pequeñas e inconfundibles protuberancias en la piel también aparecen cuando sentimos miedo o algo nos conmueve o impresiona.
¿Qué tienen estas experiencias tan diferentes entre sí que desencadenan una reacción similar en nuestra piel? Pero, primero, ¿por qué se nos pone la piel de gallina?
La respuesta está enraizada en nuestra historia evolutiva. Para los humanos modernos, la piel de gallina probablemente no parezca muy útil, pero los científicos creen que hace mucho tiempo fue práctica para nuestros antepasados.
El homo sapiens alguna vez estuvo cubierto de pelo. Y la piel de gallina, un fenómeno conocido como «piloerección», proporcionó a los humanos primitivos cierta protección adicional contra el frío, funcionando un poco como las chaquetas acolchadas incorporadas. Cuando estamos expuestos al frío, provoca que los músculos pequeños en la base de cada cabello se contraigan, estirando el cabello conectado hacia arriba, y este reflejo involuntario habría esponjado el pelaje de nuestros antepasados, atrapando una pequeña cantidad de aire cerca de la piel que habría creado un efecto aislante.
Aunque los humanos perdieron la mayor parte de su piel extra, la fisiología de la piel de gallina se ha quedado con nosotros. Lo realmente desconcertante es que no sólo se nos pone la piel de gallina cuando tenemos frío o cuando nos sentimos amenazados. Para nuestro cerebro, cualquier cosa que resuene emocionalmente, incluso cosas positivas y felices, puede clasificarse como una amenaza.
Esto activa nuestro sistema nervioso simpático, una división de nuestro sistema nervioso autónomo, y cuando esto ocurre, se libera una sacudida de la hormona del estrés, adrenalina, que desencadena la piel de gallina y otras reacciones de estrés involuntarias, como un acelerado latir del corazón y la sudoración en las palmas de las manos.