Hace casi un milenio, la Luna desapareció del cielo nocturno de la Tierra durante varios meses seguidos, dejando al planeta sin su lámpara natural, necesaria para iluminar la oscuridad de la noche.
Lluvias torrenciales dañaron los cultivos, la hambruna acechó la tierra y, como si eso no fuera suficiente, en una fatídica noche de mayo, la luna simplemente desapareció del cielo.
Según un reciente estudio publicado en la revista Scientific Reports, la explicación, tanto del misterioso acto de desaparición de la luna, como del verano devastador por la lluvia que le siguió, puede ser una y la misma: volcanes.
Aquel año se produjo un gran trastorno en la atmósfera de la Tierra debido a que una nube gigante de partículas ricas en azufre fluyó a través de la estratosfera, oscureciendo los cielos durante meses, e incluso años, antes de caer finalmente sobre la Tierra. Este velo de polvo habría sido el motivo por el que nuestro satélite “desapareció” por completo para, luego, volver a aparecer como si nada, explica la investigación.
Entre 1109 y 1111, hay informes de hambrunas en Europa occidental relacionadas con cambios dramáticos en el clima, así como el registro de un eclipse lunar totalmente oscuro.