Vestigios sobran en el planeta Tierra, desde animales gigantes que dominaban el mundo, plantas, jarrones, semillas y muchas otras cosas; en este caso, se encontró un bizcocho de frutas de hace más de 106 años.
Huntley & Palmers sigue siendo una compañía británica de pastelillos y galletas que surgió en el año de 1822.
Para esas fechas, esta empresa hacía bizcochos de frutas deliciosos, que se vendían en muchas partes.
El empaquetado de su bizcocho de frutas tenía una capa de envoltura de papel y una caja de hierro fundido hecho a la medida del mismo.
Así como las cajas en las que nuestras mamás mexicanas guardan los hilos de coser.
Al momento de descubrir el bizcocho de frutas de más de 106 años, a Huntley & Palmers se les ocurrió poner en su sitio web la leyenda: “Nuestras latas aparecen en los lugares más inesperados”, haciendo alusión a la vieja caja encontrada en el viaje.
A esta marca también se le conoce por su participación en 1904, con la llegada de los europeos a la ciudad de Lasha en el Tíbet, quienes fueron recibidos con sus galletas de mantequilla.
El descubrimiento
En el año de 2017 la fundación Antartic Heritage Trust, que se dedica a la preservación de este mismo espacio, descubrió un bizcocho de frutas casi intacto.
La parte de la caja de hierro se encontraba un poco oxidada, pero mantenía su forma rectangular.
En cuanto al bizcocho, parecía que el tiempo no había pasado sobre él.
La fundación de la Antártida comentó a National Geographic que los expertos percibieron un aroma rancio a mantequilla, sin embargo, el aspecto físico que tenía el pan, parecía intacto por el paso de los años, llegando a considerar que podría ser comestible.
A pesar de verse apetecible, ninguno se atrevió a darle una probada al misterioso pan. Probablemente es que el bizcocho se mantuvo durante todo este tiempo así de conservado, gracias al nivel de frío que existe en este continente.
Este bizcocho de frutas ahora forma parte de los 1,500 objetos que la fundación ha recuperado y conservado. Lizzie Meek es la encargada de la recuperación y conservación de los vestigios que le dan identidad a este lugar tan frío y lleno de misterios alimentarios.
Finalmente y la pregunta del millón ¿tu te comerías este bizcocho de frutas?