Estudios en animales y en personas muestran con bastante claridad que el estrés puede afectar el funcionamiento del cerebro; no sólo a la memoria y muchas otras funciones cerebrales, como el estado de ánimo y la ansiedad, sino que también promueve la inflamación, que afecta negativamente la salud del corazón.
Una nueva investigación sugiere que el estrés altera la función cerebral al modificar la estructura y la función de las neuronas y los astrocitos (responsables de limpiar los neurotransmisores después de haber sido liberados en la sinapsis).
Lidiar con el estrés
Las situaciones estresantes activan el sistema nervioso simpático, que gobierna la respuesta de lucha o huida del cuerpo. El aumento en la adrenalina, la presión arterial y la frecuencia cardíaca elevada mantuvo con vida a los humanos hace miles de años, cuando la capacidad de reconocer rápidamente y superar una amenaza significó la diferencia entre la vida y la muerte. Actualmente nos enfrentamos a muchos menos riesgos inminentes para la vida, pero nuestro sistema nervioso simpático aún se dispara cuando percibimos el peligro.
¿Deberíamos buscar la manera de arrinconar el estrés por completo en nuestra vida? Si el estrés no es persistente o crónico, la investigación sugiere que podría ser sólo una parte natural de la vida que puede conducir al crecimiento personal.
"Incluso en las sociedades humanas, una cantidad adecuada de estrés mental sería útil para un mejor desempeño en sus actividades sociales", afirma Kazushiro Nakamura en otro estudio similar -pero con ratas-, publicado recientemente en la revista Science, en el que los científicos creen haber encontrado un circuito responsable de los sentimientos físicos que acompañan el estrés emocional.
El circuito comienza en un grupo de células que envían señales al hipotálamo, el área del cerebro que mantiene las funciones básicas del cuerpo, como la temperatura corporal, los latidos del corazón y nuestro deseo de comer o reproducirnos.