Durante los trabajos del Tren Maya, específicamente en el frente 6 del tramo 7 (entre Calakmul y Escárcega), expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) hallaron un total de 26 entierros de antiguos habitantes mayas, algunos de ellos dentro de cistas, espacios funerarios construidos a base de piedra, madera de cajón y lajas de piedra caliza.
Según un comunicado emitido por la dependencia, este descubrimiento fue posible gracias a una labor de prospección que utiliza métodos de las Ciencias de la Tierra, las cuales han sido de gran ayuda para diagnosticar y diseñar una estrategia antes de realizar una excavación en sitios arqueológicos.
Bajo la supervisión de los arqueólogos Gustavo Alejandro Cool y Armida del Rosario Bolaños, el equipo de especialistas encontró los restos humanos, que en su mayoría eran individuales, e incluso 10 de los 26 contenían ofrendas. En tanto, tres lápidas traían consigo representaciones antropomorfas, posibles dinteles o parte de la facha de un monumento.
Respecto a la antigüedad de los entierros, posiblemente datan de los periodos Clásico Temprano y Tardío (250-900 d.C.), lo anterior basado en los tipos cerámicos que se hallaron.