A partir de ahora, la historia y el desarrollo de la arqueología mexicana podrán ser consultados en el Museo Nacional de Antropología e Historia (MNAH), toda vez que el Archivo Nacional de Arqueología del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) anunciara a este sitio como su nueva sede.
Compuesto por 2 mil 500 metros lineales de documentos, el Archivo resguarda una infinidad de datos producto de todos los proyectos e informes de las excavaciones arqueológicas que se han realizado a lo largo de nuestro país desde 1915.
Durante la inauguración del contenedor de información, Diego Prieto, director general del INAH, explicó que éste se encuentra dividido en dos grandes acervos.
El primero de ellos es “Histórico”, conformado por 241 informes técnicos sobre las primeras excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en México entre los años 1915 y 1969. Aquí destacan los trabajos del arqueólogo Albertu Ruz L´huillier (1940) y los testimonios de Martín Bazán acerca del hallazgo de la Tumba 7 de Monte Albán (1930).
Por su parte, el segundo acervo recibe el nombre de “Concentración”, el cual contiene los informes analizados y aprobados por el Consejo de Arqueología, que abarcan más de 600 metros lineales de información creciendo semana a semana, constituyendo una fuente de primera mano y material imprescindible de consulta.
Un dato importante a considerar es que de los 32 estados de la República, aquellos con más registros son el Estado de México, con mil 50; CDMX, con mil 46; y Yucatán, con 910.
En cuanto a la búsqueda de un nuevo espacio, Prieto señaló que el cambio de sede se debió a que el Palacio del Marqués del Apartado, ubicado en el Centro Histórico de la capital, no pertenecía al INAH, e iba a ser ocupado por la recién creada Secretaría de Cultura.
“Era un espacio funcional. El espacio estaba cuidado y a salvo de las inclemencias meteorológicas, pero no era el lugar más digno, porque el envolvente era básicamente una bodega, no era un espacio del INAH”, mencionó.
“Ya desde un principio habíamos visto que el destino más idóneo era el MNAH, un espacio emblemático del INAH. Sin duda alguna, el reservorio más importante de la memoria primigenia de México”, finalizó.