Desde el extremo más austral de Chile, el izquierdista Gabriel Boric, de 35 años, se convirtió el día de ayer en el presidente más joven de Chile, un país con grandes desigualdades sociales que el líder milenial quiere resolver promoviendo un Estado de bienestar.
Con el 99.77% de los votos escrutados, el antiguo dirigente estudiantil fue elegido frente al ultraderechista José Antonio Kast, 55.86% frente al 44.14 por ciento.
La contundente victoria se explica por la diferencia entre una primera y una segunda vuelta. En la elección de este domingo votaron 8,347,966 personas, con el 99.77% de los sufragios escrutados. Un millón 200,000 sufragios más que hace cuatro semanas, y una cifra que no estaba en ninguno de los cálculos.
Inmediatamente tras los primeros resultados, los automovilistas hacían sonar sus bocinas y miles de personas comenzaron a reunirse sobre la avenida Alameda, la principal arteria de la capital chilena, donde Boric ofreció su primer discurso como presidente electo.
"Estoy muy emocionada. Es una lucha que viene desde hace muchos años, de nuestros padres y de nuestros abuelos", dijo Daniela, una barista de 27 años que no dio su apellido.
Al pasar frente al palacio presidencial de La Moneda, la multitud gritaba: "¡Fuera (Sebastián) Piñera!", el mandatario de centro derecha que entregará el poder a Boric el próximo 11 de marzo.
De una retórica que prometía la muerte al neoliberalismo en Chile cuando ganó las primarias de su coalición de izquierda, el joven legislador moderó su discurso y sus propuestas para conquistar a los indecisos votantes de centro, que fueron la pieza clave para su victoria.
Con apenas 35 años, es egresado -aunque no titulado- en Derecho de la Universidad de Chile.
Desean cambio del sistema económico
Boric fue uno de los líderes de las protestas estudiantiles que estallaron en 2011 durante el primer gobierno de Sebastián Piñera en demanda de mejoras en la calidad en la educación y el avance a la gratuidad.
Sus adherentes son en buena parte jóvenes que quieren cambiar el sistema económico neoliberal heredado de la dictadura de Augusto Pinochet, que llevó al país a ser modelo de desarrollo frente a sus empobrecidos vecinos en América Latina pero que también generó profundas desigualdades sociales.
En una tradición republicana, Piñera llamó a Boric una vez confirmado su triunfo, y éste le contestó: "Quiero que sepa usted y la gente que voy a dar lo mejor de mí para estar a la altura de este tremendo desafío, y que nuestro país saca lo mejor de sí cuando nos unimos", dijo Boric prometiendo gobernar para todos los chilenos.