Daniel Garza García, biotecnólogo de la Universidad Autónoma del Estado de Nuevo León (UANL), se encuentra trabajando en una vacuna comestible contra el COVID-19, a partir de jitomates. Así es como el egresado de la Facultad de Ciencias Biológicas de la UANL, junto con un equipo de especialistas, desarrolla un tratamiento contra el temido coronavirus.
Este proyecto es posible gracias a una aplicación de vacunología inversa, en la que también intervienen la ingeniería genética computacional y la agrotransformación; lo que representa un avance científico de varios años de estudio en biotecnología moderna.
El proceso de producción y purificación de las vacunas comunes es más costoso para países en vías de desarrollo, pero una vacuna en la que el antígeno (sustancia que al introducirse en el organismo ayuda a la formación de anticuerpos) se manifiesta en la parte comestible de la planta del tomate, provocará que disminuyan los costos de cultivo debido a su facilidad para realizarlo.
Aunado a esto, Garza García señala que la planta del tomate permite obtener altos niveles de expresión de la proteína recombinante del jitomate como una vacuna comestible y un posible “caso exitoso de agricultura molecular”. Y es que en comparación con otras vacunas, la proteína recombinante tiene una respuesta inmune más efectiva, ya que disminuye el riesgo de reversión en la patogenicidad (capacidad de producir enfermedades).
Finalmente, el científico mexicano señala que “la vacuna cumple con todas las características, como estabilidad, accesibilidad, antigenecidad y flexibilidad; evidenciando eficacia protectora y seguridad como vacuna contra la infección por el COVID-19”.