La idea de la meditación se extiende como un incendio por las praderas de la volátil sustancia mental de la raza humana. Esa técnica es verdaderamente "fuego", ya que pone en movimiento energía pura y establece una relación entre la conciencia y la vida.
Para muchas personas del mundo occidental, la práctica de la meditación puede parecer una forma nueva y moderna de escape mental de la desilusión y la limitación personales, de un medio ambiente sórdido o indiferente o de un estilo de vida rechazado. Sin embargo, en muchas otras partes del mundo, algún tipo de meditación ha sido siempre parte integrante de las prácticas y tradiciones de las distintas religiones y sectas religiosas.
Hoy en día, parece que el fermento psicológico y social en el mundo ha abierto las puertas, sobre todo para los occidentales, a impulsos y prácticas subjetivas o espirituales, prácticas que, aunque posiblemente sean nuevos para nosotros, son muy antiguas en cuanto a su origen y empleo; y no han faltado maestros, muchos de países orientales, preparados y deseosos de ser pioneros en ese nuevo territorio y arar nuevos campos mentales para que reciban las ideas que desean implantar.
En medio de toda esa "fiebre del oro" por descubrir la psique humana, algunas de las enseñanzas impartidas son verdaderamente espirituales, de motivación pura y efecto constructivo; otras son materialistas, de orientación comercial y motivadas por el ánimo de lucro, el poder o las conveniencias personales, por los espejismos de un genuino autoengaño.
Los efectos de todo esto pueden plantear un problema considerable para las mentes inquisitivas y los corazones sedientos de espiritualidad, ansiosos de luz, de una nueva fe y un estilo de vida mejor, y faltos de experiencia en los postulados fundamentales de la Sabiduría Antigua, que es la que subyace en toda verdadera actividad mental.
En su mayor parte, hasta hace poco, la extraña palabra "meditación" ha conjurado en la mente occidental la imagen de un recluso contemplativo sentado con las piernas cruzadas e inmóvil en un risco de una alta montaña, probablemente en algún lugar de la India, el Tibet o el Lejano Oriente; o la del vagabundo mendigante, naturalmente sucio, famélico, barbudo con taparrabos y turbante, socialmente improductivo y, lógicamente, un parásito social, si no se le aceptara como "santo" y se alimentara y socorriera.
Últimamente, han surgido numerosos grupos y sociedades que prometen a la humanidad la salud, la riqueza, el poder, el prestigio, la popularidad y todo tipo de bienes que se pueden alcanzar en un instante con solo seguir determinados y sencillos procedimientos para el control y uso de la mente, previo pago del precio establecido.
Las personas capaces de mayor profundidad espiritual y menos egocentrismo, están aprendiendo a identificar el núcleo de verdad y el hilo dorado de todo lo que entra en su campo de percepción mental y a guiarse por la Verdad, dejando atrás la escoria. Hasta que, por fin, algún aspecto de la verdadera enseñanza que, bajo sus modernas vestiduras, encierra la inconfundible autenticidad de la Sabiduría Antigua, impresiona sus mentes y les descubre un mundo totalmente nuevo que la conciencia receptiva puede explorar y absorber. Esta experiencia marca el inicio consciente en el Sendero de Retorno y es parte integrante de todo el largo viaje desde el comienzo hasta el final, esa es la técnica de la meditación, el medio específico de contacto con las energías que les dan su expresión correcta en la vida diaria.