Desde los 17 años, Bernardo Santos convive todos los días con la muerte y es que su labor es llevar a quienes ya partieron a su última morada en el panteón municipal de Toluca.
Con un poco de miedo y nervios fue como empezó a laborar en su primer día de trabajo hace 30 años, sin embargo, conforme ha pasado el tiempo se ha convertido en apoyo de los deudos y en familia de los olvidados en dicho campo santo.
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“Es guiar al sepelio a la persona, recuerdo que llegué pidiendo trabajo me destinaron este lugar y aquí seguimos llegue con un poquito de temor diciendo pues yo no me voy a quedar aquí”
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Como sepulturero, le ha tocado experimentar de todo, incluso el dolor de llevar a la tumba a sus padres.
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“Igual que como todo ser humano, se une al sentimiento porque es un dolor que a nadie se le desea, me ha tocado llevar a mi padre a mi madre”
Berna, como lo conocen sus compañeros, plática que la muerte no respeta edades por lo que le ha tocado llevar a la tumba a niños y jóvenes lo que le ha generado una tristeza muy grande.
“Sobre todo al sentimiento cuando son jóvenes,niños que pues todavía les faltaba vida por delante y lamentablemente la muerte no se fija en edades, todo es doloroso pero más cuando se trata de jóvenes y niños”
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A su paso por el panteón general y municipal de Toluca, Bernardo ha visto “desfilar” a un sin número de compañeros que han decidido renunciar a esta labor sin embargo, él se mantiene ya que le ha “agarrado” cariño a su trabajo que le ha permitido brindar sustento y estudios a sus hijos.
“Ha habido jóvenes que llegan como cuando yo llegué, dos días, tres días y me dicen me voy de aquí porque no aguanto el sufrir de la gente o simplemente no se sienten agusto”
Todas las almas que se encuentran en los panteones, ya conocen a Bernardo a quien en ocasiones le han jugado ciertas “bromas” para que recuerde que se encuentra entre ellos.
“Me tocó en el panteón general pues si que me han hablado , incluso hasta me tocaron la espalda y me han hablado por mi nombre en ese momento busque quien y no había nadie, ver siluetas que van caminando, movimiento entre las tumbas o ruidos”
Bernardo aún no piensa en dejar su trabajo, ese que sólo algunos “se animan” a realizar y es que él se vuelve en el guía de aquellos que ya partieron para que lleguen a su última morada, y en el consuelo de los vivos quienes perdieron a una madre, a un padre, amigo o hermano.