“Dentro de las instalaciones de la Guardia Nacional, ser mujer es malo, pero es peor ser madre, la invisibilización, el acoso y el hostigamiento del que fui objeto, lo que me llevó después de 13 años y seis meses de servicio a tomar el retiro voluntario”.
Este es el testimonio de una ex elemento de la Policía Federal, quien relata lo difícil que fue el cambio que sufrieron varias corporaciones de seguridad para convertirse en parte de la Guardia Nacional, ya que señala, todo ello trajo una serie de afectaciones personales, morales y laborales, problemas en el desempeño de funciones y despliegue de operaciones.
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“Fuimos forzadas a hacer cambios de turnos de 12 horas por jornada para poder cansarnos, sin descansos, nos negaron los viáticos, los traslados, nos negaron el apoyo a rentas”.
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De acuerdo con un estudio realizado por Causa en Común, las afectaciones sociales que mencionan los uniformados, la mayoría se relacionan con una percepción en el aumento de la impunidad y el hecho de que no se le ofrece seguridad a la ciudadanía, así como que los policías no saben tratar con personas en sentido de proximidad social.
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“Por eso hago un atento llamado y respetuoso para que nos volten a ver, nos ayuden con tanta injusticia que no nos merecemos, le pido de la manera más atenta y respetuosa a los senadores, a los diputados, a la CNDH que paren con está violacion de derechos a sus policías”.
Finalmente, resaltaron que los principales retos a los que se enfrentaron en el ejercicio de funciones, son la pérdida de información y capacidades, el trato por adscripción, la disciplina militar y el que no existe un análisis preliminar para el despliegue de la fuerza por parte de la Guardia Nacional.