"Soy músico. Desde que era un niño, mi papá nos comenzó a llevar a trabajar; ahí empezamos con el cigarrito, después con el alcohol, a los quince, y de ahí pasé a la cocaína, a los diecisiete años".
De esta manera fue como Jananik Fuentes Álvarez ingresó en el mundo de las drogas y el alcohol. Nunca imaginó que el momento en que su padre le permitió fumar su primer cigarro, siendo menor de edad, desencadenaría el peor infierno que ha vivido.
"Cuando estaba drogado o en el alcohol, sentía en ese momento euforias. A veces, las desveladas, entre comillas, te quitan el sueño y el cansancio, pero realmente no es así".
Así fue como los cigarros, drogas y el alcohol le resultaron fáciles de conseguir, pues en el Estado de México, ser menor de edad no es impedimento para adquirir este tipo de sustancias.
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"En ocasiones, los clientes no la proporcionan. A veces nosotros comprábamos. Te comento, somos cuatro hermanos, todos nos drogábamos, pues casi toda la banda lo hacía, entonces no fue difícil porque cuando te encuentras con un grupo así, donde la mayoría se droga, es muy fácil".
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A los 23 años, las drogas y el alcohol habían consumido parte de su vida. Fue entonces cuando su padre decidió internarlo en una clínica de rehabilitación.
"En ese momento, estaba en buenas bandas, estaba en mi mejor momento como músico, pero también sabía que llegaba la droga con facilidad. Entonces creía que tocar, ganar dinero y drogarse era lo que más me interesaba".
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El costo que Jananik ha tenido que pagar es muy alto, pues se ha divorciado en varias ocasiones, perdió amigos en accidentes automovilísticos, sufrió varias lesiones y, lo más importante, se ha visto alejado de sus cinco hijos.
"Principalmente la confianza de la familia. Hace cuatro meses llegué tomado y drogado; ellos me encuentran y me traen a la fuerza a este centro; les preocupó que me encontrara rebasado".
Los días han pasado y la familia de Jananik se ha mantenido lejos de él; la contingencia sanitaria actual podría ser un "pretexto", señala.
"Empiezo a valorar a la familia, a mis padres. Durante este proceso, nadie me visita. Me dejaron solo. Yo esperaba una visita, por lo menos de alguien, pero esto ha hecho que tenga un interés en mí, en mis hijos y que valore lo que han hecho por mí".
Jananik lleva más de quince internamientos en clínicas AA. Con la contingencia sanitaria por COVID-19, no ha vuelto a ver los rostros de las personas que regularmente acuden a darles pláticas para motivarlos; esto, dice, lo mantiene "medio vivo".
"En este momento, yo les comenté a los padrinos que estoy hasta el gorro de estar encerrado, estoy hasta el gorro de siempre andar medio viviendo; entonces hoy quiero vivir bien, quiero vivir con mis hijos, con mi esposa, ser feliz; quiero estar bien".
En México, ocho millones y medio de hombres y mujeres de entre 12 y 65 años han consumido alguna clase de droga por lo menos una vez en sus vidas.