“El dragón es un animal mítico, superior. En él convergen cinco animales, y el fuego representa lo indomable…”, así describe su identidad el luchador profesional Dragón de Fuego, quien lleva más de 20 años entregado al arte del pancracio.
Originario de Toluca y perteneciente a una familia de luchadores, Dragón de Fuego encontró su pasión desde muy joven, influenciado por su padre, conocido como El Olímpico, un luchador respetado por su técnica, velocidad y dominio de múltiples estilos. A pesar de que su padre intentó alejarlo del ring por los riesgos del deporte, el joven Dragón decidió continuar el linaje familiar.
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“Mi papá nos decía: no lo hagan, es muy duro. Puedes morir o quedar inválido con una mala caída. Tienes que amar la lucha para soportar el dolor, los azotones, los raquetazos… Tienes que amarla de verdad.”
Esa misma pasión lo ha llevado a construir una sólida trayectoria de más de dos décadas, que hoy continúa junto a su hijo, Dragón de Fuego Jr., de 18 años, quien ya comienza a dejar su propia huella en el cuadrilátero.
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“Queremos dejar un legado que respete y ame la lucha libre. Que digan: ‘yo crecí escuchando las historias de mi abuelo, viendo a mi papá luchar’”, comparte orgulloso.
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No obstante, el camino de Dragón Jr. no ha sido sencillo. La presión de ser hijo de un luchador reconocido y de un promotor local ha elevado las expectativas sobre su desempeño.
“Mucha gente cree que la tiene fácil, pero le exijo el doble, el triple. No es por ser mi hijo, sino porque quiero que valore cada caída, cada golpe, que sepa de dónde venimos y a dónde vamos”, señala su padre.
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Hoy, Dragón de Fuego busca transmitir ese amor a nuevas generaciones a través de la Liga de Luchadores Profesionales, convencido de que la lucha libre es mucho más que un espectáculo: es una forma de vida.
“Habrá malos momentos, pero también grandes satisfacciones. Subirte al ring, escuchar a la gente corear tu nombre, que te pidan una foto o un autógrafo… eso no lo cambio por nada. Es lo mejor de la vida”, concluye con orgullo.