El Estado de México es el principal generador de residuos sólidos del país, con 16 mil toneladas diarias, a las que se suman las más de 7 mil que recibe de la Ciudad de México (Cdmx), por lo que urge que los presidentes municipales encuentren los mecanismos más adecuados para recoger, procesar y disponer las más de 23 mil toneladas que diariamente se acumulan en el territorio estatal, advirtió el diputado local Max Correa.
Pese a ello, Carlos Álvarez Flores, presidente de la asociación civil “México, Comunicación y Ambiente”, acusó que a los alcaldes no les interesa resolver esta problemática porque no les genera votos.
Como ejemplo, citó el biodigestor que el ayuntamiento de Atalcomulco adquirió en 20 millones de pesos pero tiene detenido porque no sabe cómo operarlo.
Las 120 mil toneladas de residuos sólidos que se producen en el país todos los días, indicó, contaminan más de 30 mil hectáreas de suelo y 200 cuerpos de agua, y emiten cien millones de toneladas de dióxido de carbono.
Alertó que los costos por agotamiento y degradación ambiental en 2017 ascendieron a 947 mil 662 millones pesos, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI); la derivada del mal manejo de los residuos sólidos fue de 70 mil 970 millones de pesos.
La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, expuso, tiene registrados mil 643 tiraderos a cielo abierto en el país, por lo que urgió a que se aplique la Norma Oficial Mexicana para la composta, con lo cual se podría contribuir a la reducción de emisiones de dióxido de carbono. Además, destacó, 19 millones de toneladas de basura orgánica podrían utilizarse para convertirla en energía eléctrica.
Lamentó que la ciencia esté al servicio del capital y no enfocada a cuidar la salud ni el planeta; “todo el circuito oficial corrupto y científico del mundo están enfocados en desarrollar petróleo y no aceptan que estamos envenenados con él”, expuso.
Apeló a prohibir la producción de plástico (según la ONU, tan solo en 2016 se fabricaron en el mundo 460 mil millones de botellas de plástico de un solo uso –PET-), pues solo 20 por ciento son reciclables, mientras 90 por ciento del agua embotellada y 83 por ciento del agua municipal o de grifo están contaminadas por microplásticos.
Demandó frenar los cambios de uso de suelo y la quema de pastizales (que generan carbono negro, sustancias tóxicas, y acaban con los microrganismos que ayudan a mejorar cultivos y producción) en los preparativos agrícolas (se estiman mermas por 90 mil millones anuales por pérdida de suelos); y planteó la recuperación de suelos para acceder a bonos de carbono a partir de 2022.
En tanto, el biólogo Noé Náñez González, director en Estrategias Competitivas Basadas en la Sustentabilidad (Ecosustentabilidad), destacó la economía circular como un sistema de aprovechamiento de recursos basado en la reducción de la producción a lo indispensable, el uso del producto cuando sea necesario y la reutilización de los elementos que por sus propiedades no pueden volver al medio ambiente, lo que lleva a las empresas al ahorro de recursos y al consumidor a un cambio de hábitos de compra.
Por su parte, Marco Antonio Heredia, coordinador general de Cambio Climático para la Evaluación de las Políticas de Mitigación y Adaptación del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), alertó que el planeta experimenta la más alta concentración de dióxido de carbono y afectación atmosférica de los últimos 800 mil años.
Indicó que México es particularmente vulnerable al cambio climático por estar en una zona neotropical y en la ruta de los huracanes, por lo que urgen políticas públicas para el correcto manejo de residuos sólidos, la reducción de emisiones de dióxido de carbono y el fortalecimiento de la adaptación de habilidades para enfrentar mejor las variaciones climáticas, mediante la participación de estados y municipios.
Mientras, Alfredo Alegría, presidente de Centro de Investigación sobre Biodigestión Anaerobia, Residuos Urbanos, Agua y Composta (CIBRUC), recordó que la gestión integral óptima de residuos sólidos implica maximizar su reutilización y reciclado; usar tecnologías de eliminación (con rellenos sanitarios y recuperación de energía); ampliar los alcances de la investigación; reforzar la innovación tecnológica y de reciclado; aplicar abono orgánico; recuperar energía; y educar a la ciudadanía y servidores públicos sobre la problemática.