A la sombra del Matterhorn o monte Cervino, considerada la montaña más famosa de los Alpes por su peculiar forma piramidal, no sólo transitan turistas, esquiadores o senderistas, también lo hace un peculiar rebaño de ovejas, cuya raza es originaria de esta región y que, afortunadamente, tiene quien la proteja.
Hablamos de las ovejas de nariz negra del Valais (Walliser schwarznasenschaf), una especie que va en contra de aquella creencia popular que habla mal de las ovejas negras.
Paul Jalen es un experto criador de estos animales. Compró su primer rebaño a la edad de 13 años junto a su hermano Rüedi, y hoy día esta explotación cuenta con más de 300 cabezas de ganado, que todos los miércoles durante el invierno reciben la visita de hasta 100 turistas en una tarde.
Tras pasar tanto tiempo junto a ellas, Jalen afirma que las ovejas de nariz negra tienen una memoria y un sentido del tiempo muy superiores a los de los seres humanos. Prueba de ello es que los rebaños suelen pasar el verano comiendo hierba fresca a los pies de la montaña; sin embargo, cuando el otoño se acerca, regresan al corral sin la necesidad de ser guiados.
Por si fuera poco, el criador, de 59 años, menciona que esta especie de oveja resulta mucho más receptiva que cualquiera de color blanco.
“Las ovejas de nariz negra son muy importantes para la gestión de los pastos y su biodiversidad. Si los prados no se cultivan, en invierno pueden producirse molestas cantidades de hielo, porque la hierba alta que hay debajo favorece los desprendimientos”, explica.
“Otro punto es el aspecto tradicional, pues forman parte del paisaje del Valais y pueden calificarse de símbolo de nuestra región. A los visitantes de todo el mundo les encanta verlas”, finaliza.