A nivel mundial, los osos polares (Ursus maritimus) son conocidos por su claro pelaje, el cual refleja el blanco de su ambiente natural. Confinados en los espacios árticos, esta especie se encuentra perfectamente adaptada al frío ecosistema en el que habita, pero sus características físicas no dejan de sorprender a los científicos.
En los últimos años, los expertos han estudiado sus patas, descubriendo que éstas son más pequeñas en comparación a las de otros osos y que incluso son más reducidas en proporción a su cuerpo. No obstante, existe algo que los investigadores no habían explorado hasta hace poco: las almohadillas al final de sus extremidades.
De acuerdo con un reciente estudio, publicado en la revista Journal of the Royal Society Interface, las almohadillas de los osos polares están llenas de microestructuras llamadas papilas, que provocan una rugosidad que aumenta su fuerza de tracción, lo cual les permite caminar libremente y hasta jugar sobre el resbaloso hielo que los rodea.
Sin embargo, la investigación es clara al asegurar que este cambio no es para nada fortuito, pues tras décadas de crisis climática, el deshielo de las zonas árticas ha provocado que sus habitantes muten para adaptarse mejor a las nuevas características del ecosistema que habitan.
En el caso específico de los osos polares, el aumento de la tracción en sus patas les facilita andar en espacios lábiles que, de otra manera, resultarían inhabitables.