Al igual que muchos seres vivos, los osos pardos (Ursus arctos) están resintiendo fuertemente los efectos de la presencia humana cerca de su hábitat. Y es que mientras la emergencia climática ha obligado a los osos polares a abandonar sus ecosistemas, los osos pardos pierden parte de sus extremidades por nuestra culpa.
De acuerdo con expertos de la Universidad de British Columbia, en Canadá, poco a poco las garras de varios ejemplares están desapareciendo.
Tras cinco años de observación, los científicos a cargo del caso se dieron cuenta de dicha característica, la cual complica de manera importante su forma de vida, pues sin garras resulta más complicado comer e incluso hibernar.
Ante este escenario, el equipo pasó por diversas teorías de alteraciones genéticas y malformaciones prenatales hasta dar con el verdadero origen del problema: las garras faltantes habían sido arrancadas.
“La evidencia que mostraban los rayos-X dejó en claro que los osos con patas incompletas habían tenido que sanar una herida. Sin embargo, la lesión era tan regular que no podía ser producto de una pelea o un ataque de otro animal”, señaló Steven Chapman, autor principal del estudio.
“Nuestra conclusión es que, en algún momento, los osos que perdieron garras se han quedado atascados en trampas diseñadas para animales más pequeños, causando daños significativos y a largo plazo”, aseguró.
Los osos pardos, explica, primero quedan atrapados de una garra en la trampa. Luchando por salir, jalan con la fuerza de todo su cuerpo la pata pero no se liberan ilesos, pues el impacto es tan grande que detiene la circulación, haciendo que el tejido muera y que la garra, finalmente, se caiga de su extremidad.