Si bien un elefante no sería un animal que pudieramos elegir para tenerlo como compañía en nuestras casas, diversas culturas han logrado domesticarlos y convivir con ellos de manera pacífica.
En ese sentido, los elefantes asiáticos (Elephas maximus) pueden considerarse relativamente mansos, cuyo tamaño los puede hacer indiferentes ante muchas de las amenazas que guarda el entorno natural. No obstante, este comportamiento “amigable” podría deberse más a los propios animales que a las habilidades del ser humano.
Resulta que científicos del Instituto Max Planck de Psicolingüística en Nimega, Países Bajos, postularon una hipótesis planteando dicha posibilidad, argumentando que los elefantes asiáticos se auto domesticaron, haciéndose más sociales, menos agresivos y más colaborativos con el paso del tiempo.
La domesticación puede definirse como el proceso mediante el cual una especie o grupo de animales experimenta cambios positivos en su fisionomía, carácter y conducta.
Por ejemplo, el mejor caso de domesticación es el de los perros, pues los cambios que experimentaron desde su origen silvestre hasta el día de hoy reflejan dicho desarrollo. La auto domesticación por parte del canino respondería al fenómeno de que una especie emprendería ese camino hacia la mansedumbre no por intervención de especies terceras como la humana, sino respondiendo a motivos claramente de selección natural y conveniencia evolutiva.
De esta forma, los elefantes asiáticos serían el tercer grupo de animales que responde a este proceso, detrás de los chimpancés de cara plana.
Prueba de ello es que existe una lista de paralelismos entre los paquidermos y las otros dos especímenes hasta ahora considerados como auto domesticados, destacando cambios en la fisionomía de la cabeza con mandíbulas más cortas; menos dientes; o cráneo menos alargado.
En cuanto al comportamiento, destaca que los casos de agresión entre elefantes asiáticos y personas son infrecuentes, situación que facilita la convivencia colaborativa de la especie.