En el antiguo Egipto, además de los gatos, los faraones adoraban a los babuinos como a un dios, una situación totalmente opuesta a la que vivían en su lugar de origen en la África subsahariana, donde eran considerados como animales salvajes y peligrosos.
Por este motivo, hoy en día resulta aún más increíble la historia de “Jackie”, un primate que pasó a la historia de la humanidad por combatir como todo un soldado en la Primera Guerra Mundial.
La historia de “Jackie” tuvo su comienzo en el año 1910 con un granjero sudafricano llamado Albert Marr, quien lo encontró desorientado afuera de su finca en Pretoria, para después capturarlo y adiestrarlo con el propósito de que le ayudara en algunas labores diarias.
Con el paso del tiempo, Marr comenzó a tomarle cariño al babuino chacma y tratarlo como a uno más de su familia. Sin embargo, en 1914 estallaría la Primera Guerra Mundial y con ello el inicio de un nuevo capítulo en su amistad.
Y es que cuando el hombre se dirigió a la oficina de reclutamiento lo hizo con una única condición: que “Jackie” pudiera acompañarlo a la guerra y, sorprendentemente, los oficiales lo autorizaron.
De esta manera, Albert y “Jackie” se incorporaron al Tercer Regimiento de Infantería de Sudáfrica (Transvaal) y, debido a su disciplina, el animal también comenzó a ganarse el cariño de los demás soldados.
Como si de una caricatura se tratara, este babuino comenzó a usar uniforme, encender cigarros, utilizar sus propios cubiertos de comida, saludar a sus superiores y realizar guardias nocturnas.
Gracias a que poseía un oído agudo y un olfato desarrollado, “Jackie” empezó a ser tomado en cuenta para distintas batallas, como la de Agagia, en Egipto, y la del Somme, ésta última considerada como uno de los enfrentamientos más sangrientos de la llamada Gran Guerra.
Finalmente y tras varios episodios de guerra, el valiente primate se retiró del conflicto internacional luego de que perdiera una de sus piernas por la explosión de un obús.
El 11 de noviembre de 1920, el soldado “Jackie” fue ascendido a cabo y condecorado con la Medalla de Servicio de los Ciudadanos de Pretoria durante un desfile de la paz.
Convertidos en todas unas celebridades, Albert Marr y su fiel compañero regresaron a su finca, donde un 22 de mayo de 1921 el babuino murió quemado en un incendio. Mientras que el hombre falleció en agosto de 1973, a los 84 años de edad.