En ocasiones, la investigación suele llevar a los científicos a vivir situaciones inesperadas. Precisamente eso fue lo que le ocurrió a un grupo de biólogos marinos ingleses, quienes enfrentaron una circunstancia bastante peculiar mientras seguían a un atún, el cual, en lugar de desplazarse por el océano, parecía estar viajando por la carretera con destino a Birmingham.
Esta increíble historia tiene como protagonista a un ejemplar de atún rojo (Thunnus thynnus), al que se le había colocado una GPS con el propósito de rastrear sus movimientos en el mar. Sin embargo, inmediatamente su inusual trayectoria atrajo la atención del equipo.
El misterio comenzó cuando los datos indicaron que el aparato había aparecido en una playa de la bahía de Whitsand, en Cornwall, situación que llevó a los expertos a suponer que el dispositivo se había desprendido del pez y terminado en la orilla.
Decididos a recuperar el aparato, la investigadora en jefe Lucy Hawkes, de la Universidad de Exeter, junto a los demás involucrados arribaron a la playa. No obstante, no encontraron rastro del GPS, pero al revisar de nueva cuenta sus computadoras se sorprendieron al observar que el sistema de localización había enviado una nueva alerta.
Así como lo lees. El accesorio estaba en movimiento, esta vez dirigiéndose hacia Birmingham, lo cual llevó al grupo a concluir que una persona probablemente lo había recogido sobre la playa y llevado a casa tras sus vacaciones.
Ante tal escenario, decidieron cambiar de estrategia, contactando con una emisora local con la esperanza de que el mensaje llegara a quien tuviera su objeto. De esta manera, luego de tres intentos, Hawkes y los demás al fin obtuvieron una respuesta.
“Brian Shuttleworth, un residente de la regíon, contactó a la emisora. Él y su esposa habían encontrado el GPS entre algas. Aunque en primera instancia intentaron llamar al número telefónico indicado en la etiqueta del dispositivo, no lograron comunicarse debido a la mala recepción de la zona”, explicó la especialista.
“Tras coordinarse con nosotros, finalmente fue enviado a la Universidad de Exeter. La buena noticia es que pudimos acceder a los valiosos datos sobre el atún rojo, concluyendo así una investigación llena de interesantes giros”, finalizó.