El pingüino Adelia es una de las dos especies que habitan en la Antártida. Con 4 kilos de peso y hasta 75 centímetros de largo, estas aves no voladoras son pequeñas si las comparamos con sus vecinos, los pingüinos emperadores.
La colonia más grande de esta especie se ubica en la Isla de Ross, un punto remoto del continente más frío del mundo, donde habitan más de medio millón de pingüinos de Adelia. Sin embargo, en los últimos días, un ejemplar de esta especie realizó toda una hazaña al emprender un largo viaje hasta la costa de Nueva Zelanda, la cual se ubica a más de 3 mil 700 kilómetros en línea recta.
De acuerdo con medios locales, este pingüino fue visto por una pareja mientras caminaban por la playa de Birdlings Flat, al este del país oceánico. Aunque al principio creyeron que se trataba de un juguete extraviado, después de unos cuantos minutos decidieron llamar a las autoridades correspondientes cuando notaron que el ejemplar parecía confundido y exhausto.
Posteriormente, personal del Hospital de Vida Silvestre de Kaikoura arribó al lugar; y tras examinar al pingüino, se reveló que se trataba de un ejemplar joven, entre uno y dos años de edad, el cual se encontraba deshidratado y ligeramente por debajo de su peso tras un largo viaje.
Aunque por ahora se desconoce la causa que llevó al pingüino a alejarse miles de kilómetros de casa, los veterinarios creen que éste pudo haberse perdido en busca de comida.
“Conforme aumenta la temperatura del agua debido a la crisis climática, los peces que sirven de alimento para los pingüinos se desplazan lejos de la Antártida en busca de corrientes más frías. Esto provoca una escasez de comida para ellos, que cada vez deben nadar más lejos para alimentarse”, explicó Declan Rice, experto en aves del Hospital.
Una vez que “Pingu”, como fue bautizado este pingüino aventurero, se encuentre listo para emprender su viaje de vuelta, será liberado en la Península de Banks, un sitio que los biólogos consideran seguro para que vuelva a la Antártida.