El 28 de enero de 2017, el fotógrafo Franco Banfi buceaba libremente, sin un aparato de respiración, frente a la costa de Dominica, una isla en el Mar Caribe ubicada entre Martinica y Guadalupe, cuando divisó seis cachalotes quietos y silenciosos a la deriva en sus posturas erguidas, a una profundidad aproximada de 20 metros.
Los investigadores observaron por primera vez este comportamiento inusual del sueño de los cachalotes en 2008, describiéndolo en un estudio publicado en enero de ese año en la revista Current Biology.
Las ballenas y delfines son mamíferos y necesitan dormir para sobrevivir, pero duermen de forma muy diferente a como lo hacen los humanos y otros mamíferos terrestres.
Los humanos son respiradores inconscientes, lo que significa que nuestros cuerpos respirarán automáticamente para tomar aire, incluso cuando estamos durmiendo. Mientras que las ballenas y los delfines son respiradores conscientes, es decir, tienen que decidir activamente cuándo respirar, lo que puede parecer complicado para un animal que pasa todo el tiempo bajo el agua.
Afortunadamente, ballenas y delfines están bien adaptados para la vida debajo del agua. Hay algunas posiciones más comunes para dormir: descansar tranquilamente en el agua (horizontal o verticalmente), dormir mientras nadan lentamente al lado de otro animal o en grupo, o flotar en la superficie (a menudo llamado tala).
Por su parte, las ballenas jorobadas como los cachalotes parecen encontrarse con mayor frecuencia descansando inmóviles en la superficie durante incrementos de hasta 30 minutos. No pueden dormir mucho más que esto sin perder demasiada temperatura corporal al hallarse inactivos.
Una de las suposiciones más comunes entre estas especies es que duermen con la mitad de su cerebro "apagado" y un ojo cerrado. Se cree que hacen esto para mantenerse conscientes de posibles depredadores o problemas a su alrededor, y para acordarse de salir a respirar.