“Jack” fue un perro de pelaje negro que compartió toda su vida a lado de su dueño, Ryan Dyer, a quien conoció cuando él apenas tenía 12 años de edad.
Desde cachorro se convirtió en su inseparable compañero de aventuras y juntos lograron plasmar innumerables recuerdos durante casi 20 años; sin embargo, el último de ellos significó un auténtico acto de amor, ya que antes de morir, el perruno pudo asistir a la boda de su mejor amigo.
En 2019, Ryan se hizo novio de Lib y casi de inmediato tomaron la decisión de vivir juntos. Como era de esperarse, “Jack” estuvo a su lado y aceptó rápidamente a la pareja de su propietario, al grado de convertirse en una familia inquebrantable.
Pasó el tiempo y en marzo del 2024, Ryan le propuso matrimonio a Lib y desde un inicio querían incluir al peludo en la boda; no obstante, a medida que la fecha pactada se acercaba, su salud empezó a deteriorarse. Prueba de ello es que el perruno ya necesitaba la ayuda de un carrito especial para poder ser trasladado de un lugar a otro.
A pesar de las dificultades, los futuros esposos redoblaron esfuerzos en el cuidado de “Jack” y así fue posible integrarlo en cada momento de la celebración. Su carrito se colocó junto a los padrinos durante la ceremonia y en la fiesta, los invitados se acercaban a él para darle cariños. Asimismo, se instaló una cama en la recepción y un bar donde cualquiera podía darle premios.
Tal y como se hubiese tratado de una despedida, a los pocos días del evento, el canino cruzó el puente del arcoíris después de sufrir una serie de convulsiones.
“Planificar su despedida fue, sinceramente, lo más difícil que hemos tenido que hacer. Tuvimos mucha suerte de que aguantara y llegar a nuestro gran día para celebrar con nosotros”, comentó Ryan para el sitio web The Dodo.