Los perros tienen comportamientos instintivos que nos pueden resultar extraños, y uno de los más comunes es la obsesión por ciertos objetos, en especial las piedras. Sin embargo, lo que muchos no saben es que este hábito, además de peculiar, podría generar problemas tanto dentales como digestivos si no se maneja correctamente.
Para enfrentar esta situación, primero debemos entender que la fascinación de un ejemplar por las piedras surge mediante diferentes motivaciones: algunos las ven como juguetes, como si se tratara de una pelota; mientras que otros las persiguen impulsados por su instinto de caza. Lo anterior también puede ser el resultado de una educación deficiente, donde el comportamiento maniático es, accidentalmente, reforzado por los propietarios.
Además, masticar o comer piedras podría significar otros problemas, entre ellos estrés; aburrimiento; e incluso condiciones médicas, como el síndrome de pica, que consiste en ingerir alimentos o sustancias no comestibles.
Entonces, ¿cómo podemos abordar este problema? Según los expertos, el primer paso es interrumpir aquellos juegos de lanzar y atrapar piedras, para después acudir con un veterinario etólogo o un educador canino.
Aunado a las instrucciones por parte del experto, una buena idea es optimizar la estimulación física y mental del canino, diversificando sus actividades diarias y proporcionando enriquecimiento ambiental utilizando juguetes y juegos que fomenten su bienestar físico y emocional.