Hace unos años, Santhiya, una mujer oriunda de Singapur, incineró a su mascota fallecida; sin embargo, desde aquel día, aseguró que jamás repetiría dicha experiencia.
Ahora, tristemente, ella se vio obligada a despedir otro animal de compañía, un perro raza Caniche Toy llamado “Carpet”. La buena noticia es que en esta ocasión, Santhiya pudo utilizar un modo mejor ajustado a sus creencias, que la hizo sentirse más en paz y, aparte, es amigable con el medio ambiente.
Hablamos de la acuamación, también conocida como cremación con agua, un novedoso e interesante método para despedir a las mascotas, el cual, como su nombre lo indica, sustituye el fuego por agua.
Según “The Green Mortician”, el primer establecimiento que ofrece el servicio en aquel país asiático, esta alternativa promete una ceremoniosa y larga despedida, que empieza con el cuerpo del animal recostado en un colchón decorado con flores, rodeado por sus familiares.
Luego, personal del lugar administra leche en el hocico del ejemplar, pues la cultura india establece que así se cierra el ciclo de la vida, ya que se trata del mismo alimento que recibimos al llegar al mundo.
Momentos después, las mismas personas inician la acuamación, técnicamente llamado hidrólisis alcalina, proceso que recrea de modo acelerado la descomposición de un cuerpo con la ayuda de hidróxido de potasio y agua a una temperatura elevada de 150 grados centígrados. Ambos materiales son introducidos al animal mediante una cámara metálica, de modo que lo único que queda al finalizar la intervención, pasadas entre 20 y 24 horas, son los huesos.
Por último, la estructura ósea es pulverizada, lo que demora uno o dos días más, y el resultado es entregado a la familia.
“La acuamación reduce las emisiones de gases de efecto invernadero en aproximadamente un 35%, además de requerir alrededor de un 90% de energía menos que la cremación por ignición”, indica Yang Loo, fundador de “The Green Mortician”.
“Estoy sorprendido por el recibimiento de mi negocio en Singapur. Nuestro siguiente paso son los humanos, pues no tenemos más espacio y las cremaciones no son sostenibles”, concluye.