Inevitablemente, los miembros de la misma familia suelen tener comportamientos muy similares. Tal es el caso de los felinos, quienes a pesar de su domesticación que data del año 7500 a.C., es una realidad que ésta aún no está del todo completa.
Entre los animales de compañía, los gatos son quizá los más independientes que existen y, aunque no lo creas, algunos de sus hábitos más comunes fueron heredados directamente por sus primos más grandes y salvajes, conócelos a continuación:
*Cazar: Uno de los hábitos de felinos y gatos, sin importar si es en la ciudad o en la sabana, es la necesidad biológica de conseguir alimento. Ya sea gacelas en Kenia o ratones en alguna capital metropolitana, los felinos suelen tener impulsos para ejercitarse cazando.
Por esta misma razón, muchos expertos consideran que, si tu gato doméstico te trae alguna de sus presas, es un privilegio. Y es que, para ellos, la caza es un regalo, una especie de trofeo de un día de cacería exitoso.
*Rascar superficies para liberar estrés: Uno de los comportamientos de gatos más molestos para algunos dueños es, sin duda, el de arañar las superficies de la casa como el sillón, colchones o tapetes. Lo cierto es que este singular hábito data de tiempos antiguos y funge como un mecanismo de defensa contra el estrés.
Al rascar sobre ciertas texturas, los mininos liberan aquella ansiedad que han acumulado durante día; visto de otra manera, es su forma de liberar energía y hacer ejercicio al mismo tiempo.
*Usar la cola para equilibrarse: Otro de los rasgos característicos de cualquier felino salvaje o doméstico es el uso de la cola como un elemento de comunicación y movimiento. Al ser una extensión de su columna vertebral, éstos la utilizan para guardar el equilibrio al caminar, saltar y para moverse en general. De esta manera, garantizan un cierto nivel de estabilidad y seguridad al aterrizar.
*Territorialidad: Como lo mencionamos al principio, entre los animales domésticos, los gatos son, quizá, los más independientes y territoriales: no sólo se creen dueños del lugar en donde habitan, sino que asumen que los seres humanos son únicamente sus “compañeros” de habitación. Es por esta misma razón que, incluso entre sus parejas, no se lleven bien o defiendan a capa y espada su espacio vital con fuerza y furia.