A pesar de las múltiples críticas por su impacto ambiental y aspecto antiestético, las ciudades europeas continúan construyendo rascacielos de oficinas, cada vez más altos y con espacios exteriores.
Por ejemplo, el edificio Madrid Norte, de 330 metros de altura, apunta a ser el más alto de Europa Occidental. Su construcción está prevista para empezar en 2025 y una vez concluida, se unirá a los cinco icónicos rascacielos de la capital española.
No obstante, en París y Berlín los proyectos de rascacielos tienen muchos detractores.
En la capital francesa se inauguraron de manera discreta en septiembre las llamadas torreo Duo, diseñadas por el arquitecto Jean Nouvel. Al respecto, la alcaldesa Anne Hidalgo suele enfrantarse a las opiniones de sus aliados ecologistas y de la derecha, quienes consideran que estas infraestructuras consumen demasiada energía.
Por su parte, en Berlín, tanto vecinos como políticos criticaron el proyecto de una torre de oficinas de 140 metros de altura, que albergará la sede alemana del gigante del comercio electrónico Amazon.
Aún así no todo es malo con los rascacielos, ya que algunos de ellos también ayudan al planeta a su manera, cumpliendo con criterios de calidad medioambiental y limitando la artificialización del suelo, perjudicial para la ciudad y el clima.
Mientras que otros buscan ser pioneros en los denominados usos mixtos, incluyendo, además de oficinas, servicio de hotel, guarderías y comercios; al mismo tiempo de contar con diseños “reversibles”, es decir, fácilmente transformables en viviendas.