Una vez que el conflicto entre Rusia y Ucrania estalló, el presidente Vladimir Putin declaró que “los rusos y ucranianos son un solo pueblo, una sola entidad”.
Con expresión seria, el mandatario ruso insistió en que los habitantes de aquella nación que estaba invadiendo habían sido “engañados por la propaganda nacionalista”. Sin embargo, dejando de lado el tema político, las acciones bélicas de Rusia no solo están poniendo en jaque la seguridad y la vida de los habitantes ucranianos, sino también la del región del Ártico.
Y es que tras invadir las fronteras con poco más de 120 mil soldados, las tensiones entre ambos países podrían tener repercusiones hasta el polo norte. Específicamente porque, según la revista Scientific American, 7 de los 8 miembros del llamado Consejo Ártico han acordado boicotear las futuras reuniones.
En estas juntas internacionales se abordan asuntos relacionados a la extracción de petróleo en el Ártico que, además, representa un pilar en la agenda climática mundial.
No obstante, a partir de la invasión rusa, Estados Unidos, Canadá, Dinamarca, Finlandia, Noruega y Suecia han decidido pausar las acciones de este comité de manera indefinida, lo que provocará graves consecuencias que impactarán a los pueblos originarios y la biosfera de la región.
Pero lo anterior toma aún más poder en el contexto de la crisis climática, pues así como las tensiones entre la Unión Europea y Rusia se calientan, la alza en las temperaturas del norte no se detienen.
Con todo lo anterior, el futuro de los glaciares, pueblos originarios y refugios de la biosfera se encuentran pendiendo de un hilo. Mientras Rusia decida continuar con su proyecto invasor en Ucrania, los intereses globales con respecto a la crisis climática estarán, por el momento, detenidos.